sábado, 6 de octubre de 2012

Desintegración

No importa porque no es verdad, pero siendo, aun así, no importó, que sea la verdad, qué es entonces la verdad, qué es que algo sea o que nos haga sentir la conciencia de sentirlo, de poder verlo, pero no de pensarlo, eso implicaría que nos importara, que tuviésemos en nuestra mente por algo más que un ínfimo instante su efímera presencia, que nos destruyera. Un poco. Aunque sea un dolor imperceptible, todo lo que pensamos. Todo lo que nos hace conscientes del mundo, lo que sentimos y no juzgamos, lo que es, y todo lo que no puede ser es lo único real. Lo que finalmente creemos, eso jamás llegará a significar más que eso, fe, ceguera, credulidad cargada de estupidez. Toda ilusión es a final de cuentas algo que no existe en lo que nosotros creemos fervientemente, violentamente. La violencia de un sentimiento, aferrarse como un animal, la ilusión de tener algo a lo que aferrarse. Completa vacuidad, llena de los absurdos a los que conduce el pensamiento. Para qué pensar. Si se puede concluir todo tormento al saber que todo es falso, que todo es una concepción nuestra, equivocada. Si todo es entonces una concepción, nada es cierto, nada existe, todo lo creamos, todos los dioses se equivocaron en todo, lo único que se salva es la nada porque no es algo que pudiera hacerse mal. Todos los sentimientos al final encuentran el mismo callejón sin salida, todos al final desaparecen y recordamos cómo era todo antes de sentirlos, añoramos los momentos de nuestra infancia cuando no pensábamos, cuando no era cruel con nosotros nuestra propia mente. Los deseos no dejan ver, el deseo tortura, fuente del dolor. No hay razones para abandonar el sufrimiento, si siquiera se piensa en buscar razones para dejarlo. Desear poder desintegrar el deseo que consume el tiempo en el que no hay más que razones para no vivir. Terminar con todo. Sentir únicamente cuando el viento y la melancolía están mezcladas. En los momentos en que no se puede ser llega a contemplarse el paisaje de una pesadilla, las imágenes de todos los sueños, y en los sueños sólo terror. Catástrofe, tragedia, hecatombe, desgracia, desastre. Insignificancia, se podría decir, aunque en su sentido literal, letra por letra, con los pedazos de su concepto, es decir, sin significado, pudiendo no ser necesariamente algo pequeño, pudiendo ser insignificante una existencia entera, en el sentido al que me refiero. Comprender la paciencia durante el paroxismo de la desesperación, una desesperación atemporal. No una tristeza momentánea, sino esencial, unida a la sustancia del ser. Dejar de pertenecer a cualquier cosa, a la condición de humano, rechazarla. Adiós. Completo abandono, sólo la compañía de uno mismo, sólo deseando abandonarse también. Ruido de las pesadillas, alucinaciones auditivas que acompañan visiones fantasmagóricas. Imposibilidad de dejar a un lado del deseo, y con ello el sufrimiento, el miedo, la desesperación. Los resultados de la búsqueda solo dejarán mayor incertidumbre, desolación; mejor no buscarle un sentido a las cosas, dejar que sean, sólo ver, no buscar verdades, no encontrar mayor cantidad de dudas, acertijos irracionales, preguntas que sólo atormentan.

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